Desvelo

A veces pasa que sientes mucho cansancio pero, por más que lo intentas, no puedes dormir. Ese impedimento para conciliar el sueño te hace pensar en miles de cosas, y te dificulta el descanso.
Estos días he estado enferma, y cuando eso sucede, me pongo a meditar sobre la vida, sobre mi persona, sobre casi todo. Me pregunto en lo que sucedería si yo muriera, o si cayera en un coma y no despertara por un largo tiempo. Me pregunto en qué es diferente el mundo gracias a mí, y si he cambiado la vida de alguien, o si he hecho alguna aportación para que algo sea mejor. Generalmente no obtengo una respuesta.
Al final de todas esas cavilaciones, me doy cuenta de que no voy a descubrir el secreto de la existencia, ni voy a arder por dentro como lo hacía Francisco de Asís en su camino hacia la iluminación. Tampoco voy a hacer que el mundo sea mejor ni voy a cambiar nada, porque tal vez no tenga la fuerza ni para cambiar mi propia vida. Quizá nunca pueda cambiar ni siquiera a mi propia persona.
Alguien hace poco me dijo que no estoy hecha para tener amigos, que soy mundana, que estoy muy apegada a lo material y muy poco a lo espiritual. Esas palabras me dolieron profundamente, pero también pensé que podían ser ciertas. Realmente no sé bien a bien si lo sea, y aunque lo confirme, no sabría cómo cambiarlo o remediarlo. Cambiarse a uno mismo es de las cosas más difíciles que existen.
Cuando empiezo a pensar excesivamente, siempre me viene a la mente mi papá y recuerdo cuánto lo extraño. Me pregunto qué habría hecho él en mi lugar, si pensaría en tantas cosas, si sentiría esta misma soledad, esta misma desesperanza.
Quizá los amigos no son para mí. Quizá soy egoísta y apegada a todo lo palpable, a lo que puedo ver. Quizás estoy completamente alejada de la espiritualidad pero, por ahora, sólo puedo pensar y tenerme un poco de compasión pues, si yo no la siento, ¿quién más que yo, la principal persona de mi vida, podría sentirla?

http://youtu.be/zkXbzffVl44