I touch myself

Algo que escribí el 14 de enero de 2014 para un fanzine de chichis que nunca publicó mi texto.

 

No lo hago por el cáncer ni por los tumores. No lo hago por alguna razón aparente. Lo único que sé es que me gusta tocar mis chichis. Tocarlas tiernamente, largamente, insistentemente. Tocarlas todo el tiempo. Son tan suaves. Tan blancas. Tan perfectas. TAN ENORMES.

Por las noches, cuando me acuesto a dormir, tomo mis chichis y las abrazo como si fueran un oso de felpa, pues sus dimensiones dan para eso y más. A veces, sostengo una de ellas con mis dos manos y le doy de besitos, pero como la otra se pone celosa, inmediatamente empiezo a besarla: me angustia que puedan sentirse no queridas por mí, que sufran, que sientan que tienen que competir por mi cariño.

Cuando estoy en la oficina lo paso mal en demasía, quisiera tener una foto de mis chichis sobre el escritorio y contemplarla tanto como me dé la gana, pero no puedo hacerlo, así que mi único consuelo es ir al tocador varias veces al día, aunque todos piensen que estoy enferma, pararme frente al espejo, abrir mi blusa y admirar todo su esplendor. Después de unos minutos, guardo cada chichi cuidadosamente, y regreso a lo que estaba haciendo; a ratos, cuando me aseguro de que nadie me está viendo, las acaricio tiernamente hasta que se relajan, y las sigo mimando a mi regreso a casa.

Todo el mundo dice que me hace falta un novio, pero no lo necesito. Ninguno de los hombres con los que he estado ha sabido tratar a mis chichis como yo lo hago. Tampoco me atraen otras chichis. En algún momento intenté relacionarme con mujeres para probar sus tetas y hacer con ellas todo lo que hago con mis niñas, pero no encontré unas tan deliciosas, voluptuosas y majestuosas como las mías. Seguramente mi opinión no es muy objetiva que digamos, pero yo las veo hermosas. Mis chichis son perfectas, son únicas.

Todas las mañanas, al elegir el atuendo que usaré, le doy prioridad a las blusas con botones, porque permiten que mis dedos se escabullan para tocarme y que la piel de mis chichis se excite al sentir mi cercanía. También, me encanta elegir brasieres de media copa, pues siempre se asoma tímidamente alguno de mis pezones, como si me regalara una mirada para invitarme a tocar mi chichi, como si me pidiera a gritos silenciosos que la bese y la quiera locamente.

Pocas cosas son tan afortunadas como tener a tus amantes pegadas a tu propio cuerpo. Tenerlas tan cerca que puedes acariciarlas, estrujarlas, morderlas, chupetearlas y tocarlas de todas las maneras posibles y en el momento que te plazca. Mis chichis son unas amantes discretas y silenciosas, pero apasionadas. No hay nada ni nadie que me llene ni que me ame como ellas lo hacen. Ellas son mi todo. Son mi vida entera.

 

So I felt like the biggest asshole

Las historias se repiten. Los patrones se reproducen. Las situaciones son las mismas una y otra vez. Y yo, yo sigo siendo la misma crédula, la misma inocente, la misma tonta de siempre.

Los accidentes suceden, sí, pero ya no quiero que ocurran con tanta frecuencia. Uno se cansa de ellos. Se cansa de las mismas historias. De los patrones. De las situaciones. Uno simplemente se cansa de ser el pendejo más grande.