Este mundo es el camino para el otro, qu’es morada sin pesar

El 7 de febrero falleció una tía a la que quise muchísimo. Los últimos años de su vida fueron muy duros por diversas cuestiones de salud y familiares, y por lo tanto la convivencia frecuente no era algo posible, sin embargo, siempre la llevamos en el pensamiento, aunque se haya ido.

Mi tía jugó un papel importante en mi crianza. A ella le debo el gusto por la lectura y el amor por los libros; de ella aprendí a disfrutar las canciones de Edith Piaf y a ser congruente en lo que digo y en lo que hago; también me heredó el cuidado en lo que digo y lo que escribo, y, por qué no, la obsesión con la ortografía. Pero hay algo que mi tía me dejó, algo invaluable, que ha sido un precepto fundamental en mi vida: no arrepentirme de nada. Eso me ha ayudado a forjarme, a darme una identidad, a ser yo, a ser una persona única, con sentimientos, ideas y pensamientos únicos.

Mi querida tía ya está en una morada libre de los pesares de esta vida, de la pesadumbre que en ocasiones trae consigo el vivir. Nos hemos quedado sin ella, nos ha quedado un vacío, una ausencia enorme. Además de la pérdida, estoy pasando por un momento amargo, extraño, y si bien no me arrepiento de lo que he dicho y hecho, de cuando en cuando llego a preguntarme: ¿qué haría mi tía en mi lugar? Supongo que ella seguiría adelante y con la frente en alto, porque ésa es una de las cosas maravillosas que también me enseñó.

Don’t get any big ideas, they’re not gonna happen

Hace días me escribió un ex novio. Él y yo nunca terminamos como tal, simplemente lo bloqueé en todas partes por ser un hijo de puta egoísta; él no hizo el menor esfuerzo por saber qué había sucedido, así que interpreté su silencio como que estaba de acuerdo con mi decisión. No me gustó que me escribiera. No me gustó que se apareciera de nuevo en mi vida.

El susodicho me preguntó si ya me casé, y como le dije que no, insistió en que nos viéramos; me habló de lo mucho que ha cambiado, de que es mucho más maduro, de que ha aprendido “nuevos trucos” y no sé qué tanto más. Yo accedí más a huevo que por convencimiento, y ya que nos vimos, recordé por qué lo dejé y todas las cosas que me hacen detestarlo: en pocas palabras, no sólo no cambió, sino que es mucho más papanatas que antes.

Todo el tiempo habló de sí mismo, de por qué deberíamos seguir saliendo, de que tenemos muchas cosas en común, de que él es maravilloso y yo debía tomarlo en cuenta. Todo el tiempo dio por hecho que yo moría por regresar a sus brazos, que siempre lo he querido, que soy un tapete en el que se puede limpiar los pies y un depósito en el que puede vaciar sus testículos cuando se le antoje. Y pues no. Yo no pronuncié una sola palabra que le hiciera pensar que estaba de acuerdo con toda esa mierda.

Cuando fuimos “novios”, él siempre tuvo detalles patanes, pero lo peor fue una vez que me quedé a dormir en su casa y me empezó una infección intestinal horrible. Él sólo acertó a decir: “creo que en la cocina hay medicinas para la gastritis, o no sé, hazte un té”. Ya quiero ver que él sea capaz de poner a hervir agua o hacer cualquier cosa cuando está casi muriéndose. En fin, que después del penoso incidente, todo el tiempo me echaba en cara que me ofreció un té y que yo no lo quise porque soy una ingrata y que no lo dejé dormir y que él es un santo y que soy más mala que Atila el Huno.

Mi ex, durante nuestro lastimero y desesperante encuentro, dijo que cuando uno quiere a alguien, si éste se enferma, le prepara su “caldito de pollo”; no importa si el caldo queda feo o delicioso, pues lo que cuenta es la intención. Lo que yo no entendí fue por qué habló de eso si cuando yo me moría de la infección no fue capaz de levantarse de la cama ni para darme un rollo de papel higiénico, ni para hacerme un puto té. Tampoco entiendo por qué accedí a volver a verlo, supongo que porque en el fondo me sentí mal por él y porque siempre he pensado que a las personas no se les debe negar una oportunidad o el beneficio de la duda, pero debí suponer que todo seguiría igual porque la gente que dice que ha cambiado mucho, es precisamente la que no cambia nunca.

A todas las personas que he amado, las he amado por una razón que no siempre puedo explicar con palabras, pero sí la comprendo en mi interior. Con este ex no me sucedió eso, ni siquiera llegué a tenerle aprecio y, peor aún, cada día que pasaba yo sentía un mayor rechazo hacia su ser. Estuve con él porque pasaba por un momento desafortunado en mi vida y no quería estar sola, pero daba lo mismo, nunca pude hablar de mí ni de lo que me sucedía, para mi ex sólo estaba él mismo y el mundo giraba (y sigue girando) en torno suyo. Todos somos egoístas en algún sentido, pero con el ser amado nos da una especie de amnesia y ya no pensamos sólo en uno, sino en par.

Creo que la enseñanza de esta anécdota es muy simple, incluso obvia. No tiene caso insistir con los exes, ni darles segundas oportunidades si no quisieron aprovechar la primera. Si no te sientes bien con alguien, no tiene ningún sentido que remuevas el pasado y que pienses a futuro, porque simplemente con esa persona no puede haberlo, al menos no el que cualquier persona se merece, que es un futuro feliz.

You’ll go to hell for what your dirty mind is thinking…

Let’s shake hands and say goodbye

Últimamente me había resistido a las citas porque desde antes de que sucedieran, me programaba para que fueran un fracaso. En esta ocasión, yo pensaba diferente, tenía fe en que las cosas salieran bien, y aunque no suelo crearme expectativas de nada ni de nadie, creía que todo se iba a dar positivamente. Me equivoqué.

La cita transcurrió y según yo todo iba bien, pero, al formular una pregunta fatídica, el susodicho en cuestión hizo una letanía de por qué estaba desconcertado y se sentía “raro” al respecto de nosotros, pues sólo nos conocíamos en la red y se dio una infatuación que desapareció desde el momento en el que me vio. Posteriormente, me dijo que no se sentía atraído hacia mí y soltó una sarta de palabras elegantes, según él, para no lastimarme, pero yo pienso: ¿qué clase de persona te dice en la cara que no eres lo que esperaba, que no eres su tipo y que por nada del mundo sentiría atracción hacia ti, pero no quiere lastimarte? Hubiera sido más digno y sensible de su parte no volverme a buscar, yo lo habría entendido a la perfección.

Después de que me anuló y me degradó, propuso que tomáramos un café. Yo quería morirme, estaba sumamente triste y enojada, incluso pensé en lanzarle su horrible café a la cara, o dejarlo ahí, solo en la mesa, pero ya había una persona humillada y no me habría gustado que fueran dos. Me quedé por educación y él no hizo más que hablar, hablar y hablar; esporádicamente, yo lanzaba un “sí”, “qué mal” o alguna frase pendeja que me ayudara a ocultar mi incomodidad. Para darle fin a la espantosa cita, él me preguntó si quería que me llevara a mi casa y le dije que no; me opuse terminantemente a prolongar su agonía y a extender el ridículo del que fui objeto.

Caminamos hacia su coche e íbamos hablando de cosas random cuando me volvió a preguntar que si no quería que me llevara a mi casa. Volví a negarme y, ya cuando se tenía que subir al auto, me despedí con un beso y un remedo de abrazo tan fríos como me fue posible; me sentí avergonzada, quería que me tragara la tierra… Después pasé al súper y compré cosas para cocinar; preparar platillos me tranquiliza y me hace olvidar por un rato las miserias de este mundo. Preparé un consomé y entendí el significado de la frase “caldo de pollo para el alma”: el calor del líquido te cae bien al estómago, te hace sentir en armonía y te recuerda cómo se siente ser querido; en pocas palabras, contrarresta la frialdad con la que sueles encontrarte en esta vida.

La gente siempre te dice que no te des por vencida, que no puedes quedarte sola, que tu existencia es mejor cuando tienes una pareja. Todo eso suena muy lindo, pero cada vez me convenzo más de que eso no es para mí. Quiero ser feliz y vivir tranquila, y si “ser novia de alguien” no se me da, qué importa, me tengo a mí misma para quererme y valorarme, no puedo depender de una persona para obtenerlo.

He pensado mucho en la frase de una canción que dice: “Every now and then, it feels like, in all of the universe, there is nobody for me“. Creo que ése es mi destino. Mientras tanto, bailaré y me la pasaré bien, porque me basto y me sobro para vivir como quiero, para ser plena y muy dichosa. Total, ¿para qué necesito citas?