Quiero empezar este post con un dicho que ha pronunciado mi madre desde siempre: “Al que escupe p’arriba, en la cara le cae”. Todo lo que uno dice o hace tiene consecuencias. Es la teoría del caos en su versión más simple. Pero, ¿por qué hablo de todo esto? Permítanme explicarme.
Hace días, cierta muchachita publicó en Twitter una captura de pantalla del perfil de otra usuaria, acompañada de un comentario despectivo, que era algo como: “Esto es de lo más naco”. Las chicas lanzaron sendas retahílas de replies que seguramente provocaron la risa de varios (me incluyo) para exponer sus argumentos y defenderse de los ataques proferidos. La ofendida se defendió con más inteligencia que la ofensora, le dijo que es bizca, negra y naca, amén de que lucía ridícula queriendo ser swag, y si bien no son términos que me agrade decirle a alguien, sirvieron para poner a esta mujercita en su lugar, por lo que marqué como favoritos todos los tuits que escribió durante el altercado. Las horas pasaron y yo ya había olvidado el asunto cuando, de pronto, me encuentro un mensaje directo de la ofensora, diciéndome que me relajara y que el follow no es obligatorio. Pude haber respondido mil cosas que la habrían dejado callada o que la motivaran a hacer un “Laura Bozzo” y exigir su derecho de réplica, pero preferí no hacerlo. Yo no tengo por qué justificar lo que hago y no le doy explicaciones de mis actos a nadie, ni siquiera a mi mamá, y mucho menos lo voy a hacer con una escuincla irracional a la que ni siquiera conozco y cuya opinión me vale diez kilos de cacahuate piñatero.
Siguiendo con el penoso tema, la ofensora es una niña que se la pasa diciendo lo hermosa que es, lo maravillosa que es su vida, lo genial de todo lo que la rodea, y obviamente publica cientos de fotos suyas haciendo gestos y poses sugerentes, además de que usa prendas minúsculas, para que todo el mundo sea partícipe de su belleza. Y no, de ninguna manera estoy en contra de que las chicas muestren sus encantos o se consideren bonitas, más bien lo que repruebo es la intención.
Yo no subo imágenes mías en traje de baño o con poca ropa, porque realmente es algo que nadie querría ver y no soportaría la oleada de insultos y burlas hacia mi persona y mis kilos de más, pero después de darle muchas vueltas al asunto, he llegado a la conclusión de que si estuviera flaca tampoco lo haría. Tal vez soy muy old fashioned, porque yo prefiero reservar esas vistas para mi pareja o para la persona que se acuesta conmigo, y no difundirlas entre una bola de desconocidos que me van a decir obscenidades y se van a ofender si no les hago caso. Hay damitas que se desvisten porque es su trabajo y les pagan cantidades obscenas de dinero para hacerlo, y si a mí me ofrecieran lo mismo, supongo que también lo haría. También, hay algunas damitas que suben sus fotos por gusto, por el simple hecho de que alguien admire su cuerpo.Hay chicas a las que aprecio mucho, que publican sus fotos porque les da la gana, porque ya tienen suficientes seguidores y sólo les interesa gritarle al mundo lo contentas que están con ellas mismas. La verdad lo aplaudo, no es fácil desprenderse del exceso de ego en situaciones como esa. Pero cuando se exhiben con un fin tan inútil en la vida práctica como lo es aumentar su número de followers, creo que es porque tienen un problema serio de inseguridad.
No, sé que de ninguna manera soy la persona indicada para hablar de amor propio o de autoestima, pero sí sé que no hay necesidad de estarse exhibiendo para ser querida por las personas. Además, no sirve de mucho estar “preciosa” por fuera, cuando por dentro eres una mierda de ser humano y lo haces evidente a través de una red social.
Le damos mucha importancia a la apariencia y a la belleza física, tanto así que he sido testigo de las cosas terribles que hacen las personas para encajar y ser aceptadas. Algunas, se desvisten y hacen caras dizque sexies para que todo el mundo se desviva en halagos y comentarios que les levanten el ego. Otras, dicen barbaridades sobre la talla, la altura, el color de piel y el nivel socioeconómico de la gente, como si no fueran de este país o tuvieran millones en el banco o no anduvieran en metro. Algunas más, se autodenominan “swag“, “punk” o cualquier otra pendejada y critican los gustos, costumbres y aspecto de los demás, como si el swag sacado de contexto no fuera una cosa ridícula que lo único que provoca es risa loca. Otras más, publican fotos que no son suyas donde se ven unas chichotas, para que les digan lo sabrosas que están, y cuando las descubren, se hacen las ofendidas, se desaparecen unos días y regresan a seguir publicando fotos robadas. Y también está el caso de los que dicen ser guapísimos, pudientes y súper donjuanes, pero cuando alguien tiene a bien sacar a la luz las evidencias de su fealdad, el retrato de su verdadero yo, lo niegan y publican más fotos robadas para resarcir el daño.
Uno puede ser quien quiera en internet porque esta herramienta te da cierto anonimato, pero así como te ayuda a ocultar a tu persona, también ayuda a otros a encontrarla, por lo tanto es difícil guardar secretos. En la red es muy sencillo tener cuerpos perfectos, cualquiera puede ser una beldad o un adonis con tan solo plantar esa idea en la mente de quienes los siguen, pero qué triste que estos tiempos nos arrastren a esas conductas para que nos acepten, porque nadie quiere a las lonjas, ni a los dientes chuecos, ni a la piel morena ni a nada que pendejamente sea considerado como un defecto, como sucede en este capítulo de South Park. Supongo que estas cosas pasan porque todos necesitamos cariño, porque, como diría Pina Pellicer en Días de otoño, necesitamos tanto que nos quieran, que a veces creamos historias de cuerpos y bellezas sublimes para hacer que suceda.
Cada quien hace de su vida lo que quiere, pero es triste ver que muchos deseen ser bellos y aceptados a toda costa. Quizá sólo soy una quejiche que piensa que el mundo puede llegar a ser maravilloso. Quizás exagero y la que está mal soy yo. Sin embargo, creo firmemente en que el verdadero reto es que las personas te aprecien tal cual eres, con tus defectos, así sean los más terrible, sin necesidad de encuerarte, ni publicar fotos falsas, hacer cosas vergonzosas, y mucho menos insultar a otros. La imperfección es la perfección más pura porque te da identidad, te da unicidad, y sobre todo, te da algo tan precioso como ser tú mismo, ser tu propia alma, tu propio nirvana.
“Sandy, why can’t we look the other way?“