Still ill

Detesto ir al médico. Detesto que me regañen, que me sermoneen. Por eso siempre voy con doctores distintos. Para no tener antecedentes. Para que ningún galeno conozca mis antiguos padecimientos.

Hace dos semanas fui a consulta. Me sentía mal y descubrí que estoy más mal de lo que me siento. A veces pienso que de milagro estoy viva. “Antes di que estás aquí”, me dijo una amiga del trabajo cuando le referí todas mis enfermedades.

Odio estar de marica quejándome de mis achaques, pero hay días en los que siento que no puedo más. Ya son varios años de hacerme la valiente, la fuerte, la que aguanta todo. Francisco de Asís decía que todo arde, que nosotros también lo hacemos. Yo siento que ardo, que me consumo. En ocasiones viene a mi mente aquella frase de la canción de Crazy Horse que Kurt Cobain retomara en su nota suicida: It’s better to burn out than to fade away. Yo no quiero extinguirme. Al menos no ahora. 

Dicen que la enfermedad no es sino un reflejo de lo que traemos en la mente. Cada quien es su propio enemigo, su propio verdugo. Yo decidí renunciar a ese papel, porque prefiero destinar esa energía a otras cosas, como sanar. Sé que poco a poco me iré sintiendo mejor, que todo seguirá ardiendo pero, en lugar de extinguir, esa llama interna generará vida.

Solitude is bliss

 

La gente piensa que algo anda mal contigo cuando dices que te gusta la soledad. Por eso dejé de hablar de mis cosas con la gente y empecé a andar por mi cuenta. Quizás estoy mal porque prefiero aislarme a tener que convivir con otros y que me vean como bicho raro. Quizá debería esforzarme y ser más sociable, interesarme por lo que hablan, por los artistas de moda, por la ropa que a los otros les gusta, por su intensa vida social, por las veinte películas de acción que ven a la semana y los celulares y prácticamente todo lo que se ponen encima. Quizá debería hacer muchas de esas cosas, pero me niego. No sería yo. Bien dijo Oscar Wilde que negarse a uno mismo es como ponerle un candado al alma. Además, me da flojera la competencia. O competir por pendejadas, más bien. “Yo soy más inteligente que tú”. “No tener automóvil es de perdedores”. “Yo corrijo, edito y escribo mejor que cualquiera”. “No, no, no, tú no sabes nada”. “Tu vida no es tan increíble como la mía”. “Yo me visto, me veo y, básicamente, soy mejor que tú”. “Yo sé cosas que nadie más sabe. Es más: yo lo sé todo”. “Si no me lames las botas, no tienes ningún derecho a hablarme”. “Soy genial”. “Soy lo máximo”. “SOY LA MAMADA SUPREMA”. Tal vez es una medida cobarde, pero prefiero estar sola. Ya tengo mucho con qué lidiar estando conmigo misma como para soportar mierda de otra gente. Y, por otra parte, para mí es muy valioso el tiempo que dedico a mi persona. Pienso en muchas cosas y me voy conociendo poco a poco. Me dedico a observar. Me apego a mis propias reglas, satisfago mis propias necesidades. Alguien me dijo alguna vez que nada puede suplir la compañía de una pareja, sin embargo, no es lo mismo ser tu propia compañía que ser la pareja de alguien. Son cosas de naturaleza muy distinta, y de hecho es una pérdida de tiempo tratar de encontrarles puntos en común. Es como cuando alguien ve una película y dice que le gustó más el libro. No tiene nada que ver la primera cosa con la segunda. Si alguna vez vuelvo a tener pareja, bien, y si no, también. Mi vida no gira alrededor de ello. Por ahora tengo mucho trabajo conmigo. Hay muchas cosas qué ver, qué hacer, qué experimentar. Creo que me van a faltar varias horas cada día para todo lo que me espera.

 

 

There’s a party in my head and no one is invited…